desaprender
El profesor Perez Royo ha reflexionado el pasado sábado sobre la íntima relación entre la crisis económica y el momento político. Su hipótesis central viene a decir que la crisis ha puesto en evidencia la falta de poder de los gobiernos, y aún de los estados, lo que ha incidido, logicamente, sobre la credibilidad, generando una suerte de desafección generalizada hacia la política. En su propias palabras :
" Cada vez crece más la distancia entre lo que el estado puede hacer hacer con el poder que realmente tiene y lo que tendría que hacer para dar respuesta a los problemas a los que se enfrentan los ciudadanos que han elegido a los Parlamentos y Gobiernos ".
Viene a concluir con la admisión de un círculo vicioso y la incapacidad que parece imperar para salir de él. ¿ Que hacemos ?
El editor entiende que para empezar hay que singulizar la pregunta. Solamente desde ese singular podremos ponernos a desaprender, una de las tareas centrales de la edad adulta. Retomar el hilo del lenguaje. Volverse hacia atrás hasta encontrar el camino de la continuidad roto violentamente por los sacerdotes del dinero no hace tantos años. Tomar conciencia de que una casa solo sirve para vivir en ella, que frente al salario hay que revindicar el tiempo, que no todos los problemas dentales requieren un trasppante y que para ver el otoño de las médulas no hay que hacer 14 horas de vuelo y cruzar el mundo. Que hay que cerrar filas con el que tenemos a nuestro lado y leer con sosiego en el sillón del domingo mientras nos llegan los resultados del fútbol.
Solo desde ahí resulta viable el salto hacia el nosotros.
" Cada vez crece más la distancia entre lo que el estado puede hacer hacer con el poder que realmente tiene y lo que tendría que hacer para dar respuesta a los problemas a los que se enfrentan los ciudadanos que han elegido a los Parlamentos y Gobiernos ".
Viene a concluir con la admisión de un círculo vicioso y la incapacidad que parece imperar para salir de él. ¿ Que hacemos ?
El editor entiende que para empezar hay que singulizar la pregunta. Solamente desde ese singular podremos ponernos a desaprender, una de las tareas centrales de la edad adulta. Retomar el hilo del lenguaje. Volverse hacia atrás hasta encontrar el camino de la continuidad roto violentamente por los sacerdotes del dinero no hace tantos años. Tomar conciencia de que una casa solo sirve para vivir en ella, que frente al salario hay que revindicar el tiempo, que no todos los problemas dentales requieren un trasppante y que para ver el otoño de las médulas no hay que hacer 14 horas de vuelo y cruzar el mundo. Que hay que cerrar filas con el que tenemos a nuestro lado y leer con sosiego en el sillón del domingo mientras nos llegan los resultados del fútbol.
Solo desde ahí resulta viable el salto hacia el nosotros.