Diario de un editor

28 abril 2008

frases

Al que le gustan los personajes le gustan mucho las frases. Es lo que me pasa a mí, al menos. El editor hace colección de personajes porque piensa seriamente que detras de cada personaje hay una novela a nada que se intente descifrar el territorio.
La frase de los últimos días la tiene adjudicada un futbolista del Barcelona que después de regalarle la liga al Madrid ha dicho:

"Yo vivo en Cataluña, pero duermo en Africa".

Con dos cojones. Hay todo un mundo para reconstruir tras la afirmación, pero tambien tiene un toque de no sé qué que la invalida. No tiene que ver con la boutade , sino con la actualidad que es el peor mal para entender de algo. Huele un poquito a titular de periódico ,a ocurrencia para decir, a tertulia para listos. Tiene algo de artificial que aleja del corazón su carga explosiva. Es buena pero enseguida se cae como si su destino fuera el ranking. No preocuparse, tengo otra.

El viernes a las tres poco antes de empezar a comer en casa de Olga, la correctora de la casa, que nos había invitado como solo ella sabe hacerlo, me llamo mi amigo benito desde Murcia.

Coño Benito que alegría, dije. ¿ Como van las cosas ?

Mal, muy mal. Ha muerto Piluca, dijo entre sollozos.

Piluca, su mujer, el centro de su vida, la personas con la que hacía los proyectos y los llevaba a cabo, se había ido en siete días. Yo también me eché a temblar porqué la conocía mucho. Sabía de su significado en el universo de lo cotidiano. Entonces Benito dijo:

"Desde que la conocí he sido feliz todos los días de mi vida". ¿ Y ahora que hago, Julio ?

Es la frase del año. Venía desde el dolor. Carecía de relación con los periódicos.

21 abril 2008

elegancia

Vengo de Cuenca de traer unos libros para la feria. Son ediciones del papelero Segundo Santos con quién trabajo desde hace mas de treinta años. El buque insignia. Lo mejor de lo mejor. A veces firmamos juntos, otras veces represento sus intereses y siempre hablamos de libros y del paso del tiempo, mientras bebemos un par de cervezas y yo me fumo unos cigarros. Las coplas de Jorge Manrique, San Juan de la Cruz , El cantar de los cantares, en la versión de Fray Luis, todo en papel de lino con yute y tipografía de una profesor extremeño que la recompone a partir de los textos originales. Ahora mismo no conozco nada mas hermoso.
También hemos hablado de Zóbel que era su maestro, de Gerardo Rueda, de Gustvo Torner, de Antonio Saura, de Pacheco, de Viola... Ante mi extrañeza de la mezcla y de la conmoción que debió suponer la aparición de Zobel entre ellos, me dijo:

" Eran gente elegante. De una educación antigua. Usaban de su elegancia para igualarse y así poder disentir, llegar a acuerdos, superar barreras, crecer y crecer juntos. Era la elegancia lo que les permitía trabajar juntos."

Ya ven por donde. Lo que no parecía nada, lo que se suponía objeto de la batalla era la piedra angular del movimiento: la forma, la elegancia.

De la forma no debe claudicar el editor nunca. Con elegancia cada libro es otra cosa. Frente a la barbarie, forma. Frente al coro de los grillos, silencio. Un silencio monástico, profundo, frágil y nuestro. Un silencio que resalte tanto la torpeza, como el hilo del lenguaje.

A la mañana siguiente de nuestra conversación estuvimos dando una vuelta por el espacio de Torner del otra lado del puente de San Pablo y supe, al volver, que lo que habíamos hablado era cierto. A veces, pocas, me pasa con algún libro.

14 abril 2008

periodismo

He leído durante el fin de semana la maravillosa edición de Destino " Cuatro historias de la República" para andar un poco con los tiempos del año, y también por mi mala relación con la segunda república a la que suelo ver cargada de emociones y vaga y displicente con lo que fueron sus problemas y agobios de tan trágico final. Con esta edad tiende uno siempre a reconciliarse y una y otra vez, cuando va a llegar el climax, se personas las evidencias y se termina por cerrar la tienda e irse a tomar un chisme con los amigos de siempre, que son dos, uno, o ninguno. Mas es mentira, lo sabemos.
No me fio mucho de mi opinión sobre la república pero si que vengo a coincidir, cada vez que vuelvo, sobre el buen peridismo que se hizo entonces, los buenos periodistas que fueron ellos, lo que prestigiaron la profesión y lo poco que queda de ellos en nuestros malolientes diarios. Entre todos mis preferidos son Pla y Chaves Nogales, y entre los dos Plá, aunque ahora va creciendo la figura inmensa y desprestigiada de Chaves Nogales, hijo y nieto de Camborios. Anoche leí sus páginas sobre la sublevación asturiana y la semana santa sevillana del año 1935 y me quedé de piedra. !Que delicia, que distanciamiento, que verdad en tono de ir pasando el rato!. Que le de gracias Zapatero a que ya no está Nogales porque si no la patardada esta de las ministras y la igualdad le hubiera costado cara. ¿ No va a ser posible que este señor nos tome definitivamente por adultos ?.

07 abril 2008

cazadores

El otro día estuvimos viendo una bodega por las tierras de Toro. Nos invitaron amablemente unos amigos y el propio patriarca nos explico todo y compartió mesa y mantel a la vieja usanza de las ganaderias salmantinas. Hacía un día de mantequilla y disfrutamos en profundidad de la jornada. Sin embargo el recuerdo quedó inequivocamente fijado al primer momento en que nos llevaron a la finca y allí, en la juventud de la mañana, viendo unas hectareás de cepa joven nos dieron un blanco de la casa y una raspa de queso que llevaban cuidadosamente preparada. Fue un algo especial, inesperado, justo, elegante, hospitalario, consecuente. Tras el sorbo , con las copas en la mano el hombre explicó la historia de la finca, de la familia y de la plantación en espaldera. El resto del día estuvo bien, pero aquello había sido único. Auténtico.
Frente a la cantidad de momentos emputecidos que un hombre tiene que vivir a diario practicamente por decreto, la cantidad de mentiras que no hay mas remedio que encontrarse tras cada anuncio de neón, el superviviente solo puede fijar su esperanza en cazar instantes. Yo creo que esa es la tarea a la que debe dedicarse un caballero que haya tenido que nacer en esta época. Atrapar el instante como una mariposa, guardarlo, dibujarlo celosamente en la memoria y dejar que macere para habilitarlo cuando llege la tormenta o cuando le de la gana. Todo sin ruidos, claro.