Diario de un editor

28 marzo 2011

abril 2

Como cada año repito la entrada de abrtil en el diario. De pequeño, como a todos, me gustaba el verano. Era mi estación. Vacaciones, Cuenca, sol. Alicante en septiembre. Mi padre a primera hora por el mercado y el puerto tomando pescadito con los blancos de levante, afrutados y verbeneros. Luego, con el tiempo, mi estación de referencia pasó a ser el otoño, tan cargado de colores y de frutos. Tiempo de melocotones, sol en la espalda, amorios de facultad a principio de curso. Ahora es la primavera, abril para más señas. Si diciembre es el sol nuevo, abril es la brisa recién estrenada a primeras horas de la mañana. Abril es la lluvia sobre la vida, los pájaros al alba, los ojos de las niñas en flor de la mano de su padre, las perdices y las liebres por el campo, los paseos, las horas ya largas, los domingos, la promesa. Abril, sobre todo, es la promesa. En abril el editor siempre presenta uno de su dos libros del año. En esta ocasión una novela sobre la pintora Artemisia. Un producto delicado cuya autora, gracias a la crisis, ha recalado en esta pequeña casa, tan fragil, tan de estos días que les hablo. Ara de Haro, también tiene a abril como un milagro, así que nos hemos entendido y disfrutado mucho. El 14 de abril en la ciudad impar y el 28 en el museo Thyssen. Naturalmente quedan invitados.

21 marzo 2011

bondad

Fin de semana con mucho barullo de lecturas. Her terminado en novela de Jhon Irving con un titulo relacionado con el circo. Una novela de madurez bien interesante para sacarle las tripas como a los viejo juguetes de la infancia. Unas memorias legendarias de Marcos Ana sobre las cárceles españolas de postguerra que apenas dejan un minuto para el aliento y las últimas reflexiones de Tony Judt, inmóvil desde el lecho donde le alcanzó la muerte.
Esto último es punto y aparte. Hay un capítulo sobre las austeridad, otro sobre los trenes y otro sobre las palabras que tiene tal pellizo que pareciera que estuviera cantando Camarón sobre el amanecer del Puerto. Hay tanta verdad, tanto gusto por la verdad, por la forma de decirla, que uno se estermece pensando en la fraternidad con los grandes, con los que uno hecha de menos simplemente su presencia.
¿ Que diferencia a los buenos autores de los grandes, de los impresdicindibles ? He llegado a la conclusión que la bondad. Esa manera de mirar el mundo desde la atalaya originaria, desde el punto de vista de los niños y de los animales. esa facultad que inyectada en el texto nos hace mejores conmovidos por el movimiento de la tierra sobre el oceano de la vida.
Uno lee a los autores listos ( los otros nunca, ya no se tiene edad para hacer el hostia ), a los polémicos, a los duros y cuando cierra los volumenes tiene la intución que se ha despedido de ellos para siempre. No dejan nada. Si acaso la inquietud de haber fallado un gol a puerta vacía.
Con los grandes sucede que la bondad los deposita a nuestros pies como la concha en la playa de los sueños. Cuando uno sale de sus libros el alma ya los ha hecho nuestros. Son inmortales, el sueño de tantos otros. Lean estas líenas finales de Judty con el corazón de la bondad. Con sus gafas de aumento:
" Sigo mirando con desprecio el lenguaje confuso. Cuando ya no soy libre para ejercerlo yo mismo, aprecio lo vital que es la comunicación para el bien común: no solamente el medio mediante el cúal vivimos juntos , sino parte de lo que significa vivir juntos. La riqueza de las palabras en la me crié era un espacio público por derecho propio; y de espacios públicos adecuadamente conservados es de lo que carecemos hoy . Si las palabaras se deteriroran , ¿ que las sustituirá ?. Son todo lo que tenemos".
¿ Que sería de nosotros sin los hombres buenos ?

02 marzo 2011

animales 5

Andamos ahora en los inicios de un libro de relatos sobre los animales y su capacidad para acercarnos a los territorios más íntimos de nuestro ser y estar. En el alborozo del proyecto hablo con unos y con otros y recibo las respuestas de contento y simpatía de los invitados.
Ayer comí con Manuel Espina uno de los psicoanalistas con más sentido común del patio y me dijo cosas magníficas sobre esta relación tan especial como intensa. El y Jesús Quinao harán las notas introductorias. Fumados y con cognac francés en sitio de confianza me fue diciendo:
" Los animales tiene algo que a nosotros nos falta. Saben cuidar de sus crías sin que nadie les enseñe, tiene instintos en vez de deseo; están en la realidad más originaria. Desconocen la muerte. Ese tipo de cosas es la que nos produce un honda inquietud y tantas veces miedo en su presencia. Nos conmueve sus lealtad y su compromiso para con nosotros y llegan a tener depresiones por nuestra falta que se curan con las mismas pastillas a las que nosotros acudimos. Tiene otra forma de llegar que nos deja perplejos."
Entorna un poco los ojillos y me dice: te contaré algo. A fin de cuentas ese es el origen del psicoanalis.
" Una vez tuve una gata tan inquietante como cariñosa que era capaz de dejar de comer cuando yo llegaba a casa por estar conmigo y que la acaricara. En una de sus camadas fui a verla al rincón del parto y cogí sus cachorros de un en uno mientras me miraba entre arrobada y suplicante. A los pocos días, al abrir la puerta del jardín me la encontré allí quieta, mirándome , con sus hijitos colocados en perfecto orden, delante de ella; entre ella y yo. Los miró con firmeza y luego a mí. No tuve ninguna duda de lo que quería. Nunca he visto pedir a nadie con mayor dignidad ni eficacia. Desde el día siguiente aumente la cantidad de comidad y coloqué un par de cuencos más de leche. Punto y final , pensé para mi mismo. "
Si una de la obligaciones esenciales de nuestro comportamiento moral es ser otro para los otros, los animales resultan uno de los otros más ricos y singulares. En su espejo nos vertebrados y vemos la realidad de nuestro propio cuerpo.
Será un libro bonito. Estoy seguro.