abril 2
Como cada año repito la entrada de abrtil en el diario. De pequeño, como a todos, me gustaba el verano. Era mi estación. Vacaciones, Cuenca, sol. Alicante en septiembre. Mi padre a primera hora por el mercado y el puerto tomando pescadito con los blancos de levante, afrutados y verbeneros. Luego, con el tiempo, mi estación de referencia pasó a ser el otoño, tan cargado de colores y de frutos. Tiempo de melocotones, sol en la espalda, amorios de facultad a principio de curso. Ahora es la primavera, abril para más señas. Si diciembre es el sol nuevo, abril es la brisa recién estrenada a primeras horas de la mañana. Abril es la lluvia sobre la vida, los pájaros al alba, los ojos de las niñas en flor de la mano de su padre, las perdices y las liebres por el campo, los paseos, las horas ya largas, los domingos, la promesa. Abril, sobre todo, es la promesa. En abril el editor siempre presenta uno de su dos libros del año. En esta ocasión una novela sobre la pintora Artemisia. Un producto delicado cuya autora, gracias a la crisis, ha recalado en esta pequeña casa, tan fragil, tan de estos días que les hablo. Ara de Haro, también tiene a abril como un milagro, así que nos hemos entendido y disfrutado mucho. El 14 de abril en la ciudad impar y el 28 en el museo Thyssen. Naturalmente quedan invitados.