Diario de un editor

25 agosto 2008

hipoteca

Vengo de la pequeña ciudad donde he visto terminado el libro sobre Claudio Rodríguez que presentamos en Zamora cuando termine noviembre. Un libro elegantísimo, británico, en tela, con un papel que solo admite poemas memorables como bien dice Juan Manuel Rodríguez Tobal en su delicado prólogo. Doy un paseo por el Huecar, me tomo un guisqui con Segundo en la tienda, nos alegramos de casi todo y despacio, gastando el tiempo, paso por el puente de San Pablo para llegar, por el parador, hasta el auditorio.
Un poco por delante me doy cuenta que baja la mujer que actúa de monstruo en la entrada de la catedral por las mañanas, sin un brazo que se llevó de un escopetazo su amante loco, un pecho al desnudo y gritos que resuenan en la frontera de lo patético. Baja la mujer tranquila, con un aire sosegado que le resulta propio y se para en un banco del paseo del río para darse un masaje en los pies doloridos por el trabajo. Se ajusta un poco la vestimenta, deja caer un suspiro y comienza la subida al barrio donde vive. La imagino deseosa de llegar a casa, ponerse las zapatillas y hacerse un huevo.
Lo cotidiano; he aquí el verdadero territorio desconocido. ¿ Que hacen los etarras cuando solos, sin amigos que jaleen, vuelven a casa donde espera la madre enferma ? ¿ Piensan en las hipotecas ? ¿ Tienen un minuto para sentir como les alcanza el tiempo ?
Esta dicho: aquí lo heroico es ser normal. Andar y andar los caminos sin nadie que te entretenga.

18 agosto 2008

nivelado

Ayer estuve dando un paseo por el cementerio. Hay cerca de la tumba familiar, en la que ya hace años que esperan mi padre y mi hermana, un mausoleo muy particular, siempre con flores de plástico en amarillo y una alegoría del cazador que debió ser el hombre con dos galgos y una liebre en medio, todo muy blanco como la piel de los niños cuando se ponen malitos. No me acuerdo bien de la leyenda que tiene porqué a mi me gusta la que contaba Trapiello que se había encontrado por Extremadura:

" ya te dije que estaba enfermo ".

A mí padre se le partió el corazón por un resfrior que pilló en el campo y a mi hermana se la llevó el sida tras muchos años de tontear con los caballos. En la tumba de al lado, también en amarillo, otra familia con apellidos cerrados de los que suelen salir en los sumarios, da noticia de su tragedia con muertes de 15, 20 y 21 años.
A estas alturas siempre les pongo una rosa como a los míos o a Julián que es mi preferido.
Antes echaba cuentas. Tres por uno, me decía. Cuanto dolor, chacho. Ahora ya siento que el tiempo lo va igualando todo.

12 agosto 2008

la llave

En los agostos , el editor lee a Cervantes. Aún mas, solo El Quijote, y cosas de la vida de Miguel que es un hombre entrañable, duro como el acero, frágil de apariencia , conocedor de las ofensas de la vida. Pocos como él supieron de la fuerza del destino. En esta, nuestra época, todavía hubiera sufrido mas. Lo mediático le hubiera golpeado fuerte. Leer a Cervantes es un intento para conservar la salud mental, aunque a uno le den tentaciones de desatinar, defenderse del mundo a base de desatinos y quedarse en pelota, frente al oscuro barullo de los cuerpos que nos imponen.
Para leer a Cervantes, claro, hay que tener la llave. Con la llave uno va y viene por la estancias cervantinas como si estuviera en casa y puede mecerse en la prosa de los grandes capítulos, en una especie de siesta infantil de la que solo puede despertarte el padre. El editor tiene la llave de Cervantes y la guarda con celo hasta que llega agosto, o cualquier otro pequeño agosto del año, y en entonces abre y se ventila todo.
Cada grande tiene su llave y de algunos no la tenemos, así que para nuestra desgracia nunca hemos podido parar en Proust , ni en Andersen, por ejemplo. Uno admite la carencia, intuye lo que se pierde , pero no se enfada. Con la edad se aprende el truco:
no intentar abrir con una llave la puerta de otro.

04 agosto 2008

culta

Acabo de recibir una hermosa novela sobre la amistad, el arte, la muerte y eso. Me la he leído gustoso el fin de semana y he llamado emocionado al autor, un viejo amigo de la infancia, para decirle que encantado, que la vamos a publicar y que estoy seguro que vamos a disfrutar de verdad de la buena. La novela es muchas cosas, pero sobre todo es una novela culta. Un disquisición elegante y profunda sobre la muerte, con Roma como telón de fondo y los edificios como personajes asombrados de la lucha del hombre por su dignidad y trascendencia. El autor, fuera de los circuitos de la escritura profesional, ha puesto su sabiduria al servicio de la historia y listo. Sin aspavientos ha construido una novela valiente que le honra. Vamos a por ella. Que bonirto es este oficio a veces.
Pero lo que quiero resaltar aquí es su occidentalidad. Su profundo arraigo en la cultura occidental, en el corazón de nuestras cosas. Hartos ya de musica latiamericana, de salsa, de libros de autoayuda, de de variaciones sexuales, de flujos migratorios y de territorios interculturales, somo un grupo de gente madura locos por conservar lo que hemos heredado. Una forma de pensar y de estar en el mundo. Una manera de ponernos la vida por montera para lidiar el toro de la muerte.
Bebemos guisiqui de Malta, leemos a Cervantes, nos gusta Wagner, estamos orgullos del estado de derecho y trabajamos desde hace mas de 30 años, sin dejar de pensar que lo mas elegante es ser amables y normales.
Nosotros somos quién somos, basta de historia y de cuentos. Lo dijo el poeta.