Diario de un editor

29 abril 2010

Ahora

A mi madre, ya mayor ( 83 años ) , le van quedando pocas aficiones. Le gusta el bingo, al que va sola y juega dos cartones al mismo tiempo, defender a Zapatero, ver películas, leer y venir a comer a casa, solos los dos, los domingos. Yo guiso para ella las comidas de sus recuerdos, fumamos un cigarrito, se echa la siesta y luego me habla de la familia. Sin embargo su frase mas genial de los últimos años no me la ha dicho a mí sino a Miguel, mi hermano.
"Ahora que lo tengo todo me tengo que morir, ya ves que cosas". Literal.
En ese " ahora " puede que esté la clave de su felicidad tan actual como antigua. Cuando uno toma conciencia de que puede ser " ahora " el momento que llevamos ocultándonos desde hace tantos años, se ilumina la escena de una manera muy especial y de alguna forma íntima y verdadera comienza el espectáculo. Las cosas, el tiempo, las estaciones, la amistad, el júbilo y la alabanza sientan plaza y la mediocridad se hace a un lado avergonzada. La vida, entonces, vuelve al color amarillo de la infancia. Vivimos de balde, llegamos apensar en un suspiro de gozo.
Acabo de salir de un hospital con cosa grave. Todo bien, no se preocupen. Cuando desde la habitación miraba la calle y añoraba salir pensaba en el "ahora" de mi madre.
! Cuanta sabiduría, chacho !.

20 abril 2010

pampo ( para Paula )

Mi amigo tarta ( Guille si recuerdan ) sigue su especial aventura en el territorio lenguaje, acercándose ya a la barrera de los tres años. El otro día montado en su moto de pedales que le acompaña a todos los sitios que conoce le dijo a su madre, señalando el paisaje que le rodeaba.
! Pampo !
Mamá , pampo: fores, piedras, arbors y Homer ( su perro ). Pampo, inisistió seguro.
Ha sido su primera incursión en la literatura. Una descripción totalmente personal, firme. Un listado propio de Robinson Crussoe cuando tuvo que recontar los restos del naufragio. Un ejercicio que el editor hace ahora mismo, como lo hiciera antes el noble protagonista del Gatopardo a las puertas de su muerte. Guille ha entrado en la literatura, en abril, como Plá cuando contaba los aguaceros y la luz nueva del equinocio. Luz no usada, que aventuró Martín Garzo.
Más que un niño, Guille parece el niño que todos llevamos puesto para nombrar por primera vez el mundo como dice una autora madrileña que me ha mandado una novela que, desde luego, no me merezco. Una novela estupenda. El próximo día les cuento.

12 abril 2010

corazón

Siete de la tarde en la pequeña ciudad. Novena Sínfonía de Beethoven a cargo de una delicada orquesta inglesa y un coro de leyenda que fue creado precisamente para interpretar este mito de la historia del arte. Llenazo y un silencio reverencial. Se va a oficiar uno de los rituales mágicos de occidente. Padres y hijos. Hijos y madres ancianas. Matrimonios. Amigos.
Uno conoce tan bien la sinfonía, su historia, su intrahistoria que por un momento piensa que podría tocarla. Sentarse entre la orquesta y tocarla con todos. Sin embargo es la sinfonía que viene a tocarle a uno. Le acaricia la piel y luego va directa al corazón de lo que somos.
Más que las odiosas canciones de supermercado, más que la horterada de las letras que van y vienen por adulterios inútiles y por chapuzas de sexo con especias, somos profundamente lo que suena. Somos Europa. La revolución francesa, la industrialización, el estado social y democrático de derecho. Somos una civilización que ha logrado decirse así misma. Y el que dice se dice, ya está dicho.
Pensando en aquel hombre agotado, sordo, vuelto de espaldas, dirigiendo su propia música que no oía y sin embargo entero y digno uno toma conciencia de la lección y del envio: en el corazón de todo anida la alegría.

05 abril 2010

Clay

Anoche pasaron por televisión , en alguna cadena de esas que regalan, un documental sobre Alí. Me quedé porqué me apasiona el relato de Norman Mailer sobre la pelea de Zaire y su victoria mágica sobre Foreman. Quería ver si aportaban algo nuevo y me encontré con un milagro que me me tuvo enganchado hasta que la madrugada me echó a la cama.
El documental estaba montado sobre las opiniones actuales de sus antiguos contrincantes, Quarry, Frazire, Foreman, Norton.... Hombres enteros que hablaban con una fuerza y destreza inaudita para su edad y las deudas de las profesión. Sin nombrarla había una lección terrible bordeando el tejido de la historia. El campeón hundido en el Parkinson y ellos, los grandes derrotados, investidos con más fuerza que nunca del don de la palabra. Mientras lo retrataban a él iban cerrando su historia, y lo que es más, la historia de su país y de su época.
El parlamento del George Chuvalo, el canadiense al que nadie mandó nunca a la lona, fue tan estremecedor que por un momento pensé que el cámara iba a dejar de rodar en honor al silencio. Chuvalo tuvo cinco hijos. Tres murieron en las arenas de la heroina. Sui propia mujer murió de dolor tras tragarse todas las patillas del robo de uno de sus hijos en la farmacia del barrio. Allí estaba Chuvalo superviviente del ring y de la vida para contarlo.
Somos, en buena medida, lo que los demás son capaces de decir sobre nosotros. La importancia del otro no tiene fin. Vivimos pendientes de la construcción y mantenimiento de un yo que finalmente se sostiene sobre las recias o viscosas paredes de los otros. Nada más penoso y burdo que el self-man. Un hecho así mismo.
Somos memoria y generosidad de los otros.
Si lo dudan busquen el documental y oigan a los grandes osos. Frazier y Foreman: los otros.