pequeñas
Pilar, una amiga muy querida de mi hermano Miguel, me trae una botella de un licor extraordinario que me dió a probar en navidades. Está hecho en algún lugar de Cataluña por otro amigo que conoció en un viaje y que se dedica a las cosas pequeñas que tan bien glosara Salvador Papasseit, un poeta muy suyo. Las cosas pequeñas son de un valor incalculable. Están ahí para indicarnos los caminos secretos de la lentitud , el tiempo pleno, el valor de la insistencia, la gratuidad de lo importante. Solo pueden regalarse. No admiten el comercio. Quedan fuera del territorio de los mercaderes.
No hay peor insulto para el comensal que un mal vino de mesa. No hay mejor atención que un buen licor de sobremesa. Este de endrinas, es redondo; definitivo. Pone en valor a su autor como si de una obra de arte se tratase.
Odio los chupitos. Odio especialmente los que no tiene alcohol. Son veneno.
No hay peor insulto para el comensal que un mal vino de mesa. No hay mejor atención que un buen licor de sobremesa. Este de endrinas, es redondo; definitivo. Pone en valor a su autor como si de una obra de arte se tratase.
Odio los chupitos. Odio especialmente los que no tiene alcohol. Son veneno.