Diario de un editor

22 octubre 2012

semillas

Se me cruzó " Cien años de soledad " y ahí estoy como el que no quiere levantarse de una terraza de otoño con el sol colándose por los cristales. En un momento del relato, el Coronel Aureliano Buendía presa del vacio de la guerra, y del hastio del poder, habla y habla con su hombre de confianza por  medio del telégrafo. Su amigo desbordado por la angustía del coronel le dice :
"Aureliano está lloviendo en Macondo".
El latiganzo de la frase me perforó el alma. Dios quiera que nadie tenga que recordarme alguna vez que llueve, sin enterarme, tan cerca de mi mismo.
Al efecto alguién me dice que por que no guardamos las semillas de unos tomates estupendos que han caído en nuestras manos al final de estos días de tránsito. Podemos guardarlas y cuando llegue el momento intentamos las plantas, y después las matas, y conseguimos tomates de autor para nosotros y los amigos. Ese es el camino: armarse ahora sabiendo que tras el invierno llegará la luz y sol de mayo. Somos lo que somos, seres esperanzados. Vivimos en el secreto mágico del crecimiento. Sabemos que las cosas, la vida , tiene  vocación de la alegría, de expansión , de fruto. Sabemos que de noche y de día algo está creciendo en nosotros con  destino al otro.
Está de moda hoy decir que todo es suceptible de empeorar. Incluso los que hemos vivido el fenómeno somos conscientes de que esa es la excepción y no la regla. Son los monjes, la gran sabiduría del Cister , quienes cantan el salmo cada día de cada siglo. Dejanos ver tu rostro" , dicen. Cuandos les oigo, con cierta frecuencia, ya ven ustedes por donde, siento el mismo latigazo que con la lluvia de Macondo. El pellizco , que dicen los flamencos.

15 octubre 2012

tránsito

Nadie dispone del tránsito. Los cabos que se deoblan guardan sus propias reglas. Llegar al otoño no tiene tanto que ver con el calendario ni con nosotros mismos, ni siquiera con nuestro entorno. El otoño llega cuando nos alcanza. Otra cosa es que nos pille escuchando. Rilke decía a un joven poeta que le pidió consejo:
" reconozca si se moriría usted si se le privara de escribir. esto, sobre todo: pregúntese en la hora más silenciosa de la noche: ¿debo escribir ?. Excave en si mismo, en busca de una respuesta profunda. Y si esta hubiera de ser de asentimiento, si hubiera usted de enfrentarse a esta grave pregunta con un enérgico y sencillo debo, entonces construya su vida según esa necesidad: su vida , entrando hasta su hora mas indiferente y sencilla debe ser un signo y un testimonio de ese impulso. Entonces aproximese a la naturaleza. Entonces , intente, como el primer hombre , decir lo que ve y lo que experimenta y ama y pierde."
Bajando por la prolongación de un parque urbano han dejado tres verdes distintos escalonados. Al final está el río. Se oye la confluencia de un canal histórico con la verdadera corriente: los grandes pájaros sobrevuelan esta mañana   el caudal. De pronto un golpe de aire seguro pero nada estridente, llega hasta un arce joven al que  se le desprenden la hojas amarillas que van planeando sobre los verdes hasta aterrizar elegantes sobre el suelo. Tengo que pararme y sentarme en un banco para mirar despacio. El aire es mantequilla en mi cara. Llueve. Luego sale el sol y cambian los colores.
Otoño. Casi me pierdo la llegada del nuevo otoño a mi propia vida.
Los escritores debieran recordar de vez en cuando las palabras de la madre de Borjes seguramente después de haber leído a Rilke :" hijo lee mucho, escribe lo que te resulte imposible de guardarte y publica poco. Muy poco."
Lo malo del otoño es que se acerca diciembre. Yo sé lo que me digo.

08 octubre 2012

palabras

Velo el sueño de mi madre en la casa del sol que pende sobre el río. Oigo su fatiga desde la habitación contigua y sus esfuerzos por respirar me llevan por los tiempos de su juventud y sus anhelos. Todo baldío. Polvo sin rumbo. Ayer tuvo una celebración delicada y echó el resto para mantener el tipo. Llueve sobre mojado. El tipo es lo primero que hay que perder cuando se quiere vivir de nuevo. Es agotador tener que seguir siendo uno mismo todo el rato. Me levanto para buscar un libro en las estanterias de mi hermano. Cien años de soledad. Ni mas ni menos. Capítulo primero, una joya mejorada por los años.
Hay en el arranque de este hermoso legado una aire de asombro que  invade todo. Una capacidad intacta para mirar para ver el mundo que va más lejos de la retención y del detalle. Se trata de una pasión por ver, por lograr ver como ven los niños y los sabios, con la distancia justa que necesita el mundo para se mirado y para ser contado, que es la tarea de algunos seres indefensos.
" El mundo era tan reciente - dice Márquez - que muchas cosas carecían de nombre y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo ".
El escritor busca las horas del día que están entre dos mundos para llegarse a las palabras que le han sido dadas, quitarles el polvo de los tiempos, y decirlas como el que dice verde andando por el campo. Nadie puede decir determinadas palabras si no le vienen directamente del corazón sin filtro alguno. Cuando uno dice desde ahí comienza el espectáculo. Hasta entonces , fuegos de artificio.
" Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el Coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo ", así comienza esa novela mágica, capaz de llevarte por el tiempo mientras tu madre lucha con su músculo gastado.
Memoria y deseo. En medio, las palabras.

01 octubre 2012

Setas

Adelaida García Morales escribió hace años un magnífico relato - El Sur - que con el tiempo sustentó la que para mí es la película mas redonda del cine español filamada bajo la dirección de Víctor Erice.
La cinta cuenta la historia del descubrimiento por una criatura de ese mundo asombroso, desconocido, en el corazón de la Castilla profunda del que son portadoras, el día de su primera comunión, la abuela y su vieja sirvienta. Con el sur llegan para la niña noticias del otro lado, información privilegiada, esencias de su ser de las que no había tenido constancia.
El sur cuenta también - al mismo tiempo - la emocionate relación entre padre e hija en las fechas del absoluto embrujo, alli donde está a punto de terminar la infancia. Tengo para mí que no existe  otra relación más poderosa y más gratificante que la que se produce en esos años en que el padre enseña el mundo a su hija que asiste arrobada al milagro . En la película el padre ejercita su delicada misión desde el oficio de zahorí en el que le asiste su hija. Al irse  deja en herencia íntima el péndulo con el que se logra saber el lugar de las aguas.
Llega ahora el tiempo de setas que entre nosotros es tiempo de transmisión de conocimientos entre mayores y más pequeños. Entre los que saben y los quieren saber, entre los conocedores y los curiosos. Entre padres e hijas. Un tiempo ligado al bosque, a los pinares, a los lugares secretos transmitidos o descubiertos. Un tiempo de conejos, de brasas y de resultados de fútbol. Tiempo de libros y  cariño.
Algunos lo confunden y piden solomillo.