Diario de un editor

13 julio 2009

Amparo

Como a los futbolistas y a los toreros, por ejemplo, a los editores hay mucha gente que tiene la manía de decirles lo que tienen que hacer, a mayores de lo que no, que ya sería suficiente. Suelen ser chorradas como la copa de un pino, pero las menos son cosas con sentido, puntos de vista razonables, pero que no cuadran, no son del oficio, y uno suspira pensando la imagen que da, tan cerrado al consejo de otro, consecuente y feliz si de una consulta odontológica se tratase.
Otra variante la forman el coro de grillos que hablan al editor siempre en clave literaria, siempre de libros( con facilidad de sus propios libros ) contándole presuntas historias literarias que podrían servir - dicen - para armar la gran novela si tuvieran tiempo.
Estos son los peores. Te van matando como a Esplá el toro y no hay manera de encontrar el momento para decirles que basta. Se acabó. Me voy al bosque y no pienso salir hasta que vuela el rey Ricardo.
Todo tiene su excepción, claro. La mía se llama Amparo. Somos amigos desde antes de que nos alcanzara el tiempo. Hemos visto morir y nacer a demasiados miembros de nuestras familias; hemos hablado de docenas de libros. Ella es mi mi mejor proveedora de novelas y aunque todo eso funciona generalmente de vez en cuando, y por teléfono, puede decirse que llegaremos hasta el final con la lealtad intacta. Ella si que me cuentan historias literarias, seguramente sin intención. Solo porque le gustan. Vean :
A mi amiga Amparo la operan del corazón este jueves. Para explicarle los síntomas tuvo que darle un ejemplo a su hermana enfermera:
Mira, Paz, le dijo. Es como si estuviera enamorada y sin saber de quién.
Pues eso. No se preocupen, ya les contaré como va la recuperación. Bien y sin dar guerra, como es ella, por supuesto.

06 julio 2009

periódicos

Hubo un tiempo en que los periódicos aliviaban al lector. Le daban cuartel e identidad en un tiempo dificil en el que eran valorados los oasis. Los periódicos eran lugares sombreados y frescos en medio de la solana y los moscones del franquismo.
Yo de muy pequeño iba a buscar el ABC recién llegado de mi abuelo que olía a tinta y tenía un tacto delicado y muy suyo que alcanzaba a los suplementos, y a una revista estupenda llamada Blanco y Negro. Tengo como un orgullo haber alcanzado a publicar alguna cosa en ella. Tenían los periódicos sus críticos de toros y de cine, las paradas de taxis y las misas organizadas, algún señor que hablaba del campo sabiendo y firmas cercanas que enganchaban al lector con su propio mundo como si tal cosa.
Ahora los periódicos invitan a la guerra y al enfrentamiento. Buscan su identidad en la oposicion al enemigo, conforman las mayorías electorales y viven de lo que les dan los ministrillos autonómicos y los del ladrillo. Da asco tenerlos en las manos y por eso la gente los lee en Internet que es una manera nueva de no querer mancharse.
Mi diario de los últimos años -que suelo comprar tapándome las narices tantas veces- publica en el suplemento de letras del fin de semana dos asuntos de los viejos tiempos. La foto en portada de una gran dama, P. D. James, que publica su última novela a la edad de 89 años. Da gloria ver el rostro de alguién con quién se ha disfrutado tanto, en su edad, como mandan los canones.
Publica también un artículo inmortal de uno que va por el mundo sin hacer ruido, que es la manera de andar que tienen los caballeros. Les dejo con el principio y el final de las palabras que Félix Grande ha dedicado al recuerdo de Juan Carlos Onetti.

" Alguna vez he sospechado que la genialidad es combustible y que la enciende el dolor "

" Acabo de escribir dos veces la palabra piedad. Es con esa palabra como tengo que terminar esta página de admiración y nostalgia. Las palabras de Onetti están de pie y caminan a lo largo del tiempo porque él sufrió todo el dolor que siente un hombre compasivo ante los sufrimientos de esta especie desventurada , medio loca, sanguinaria, aterrrada, siniestra, y acreedora de la indignación y la misericordia".

! Viva los periódicos !