Diario de un editor

24 septiembre 2007

ecos de sociedad

Los periódicos de mi época tenían como sección fija la de ecos de sociedad con la misma categoria que sucesos o deportes que eran, sin duda, las de cinco estrellas. El fluir del nuevo tiempo ha hecho que unas y otras converjan en la primera, verdadero icono de nuestros tiempo.
La noche de la final del campeonato de Europa de baloncesto había mas conocidos y famosos que forofos y aficionados. En el partido de ayer del nuevo Valladolid las gradas podía señalarse por el estrellazgo de sus filas. En el entierro de Umbral, en el de Porta, en el del marqués, las caras conocidas sustuían a los rostros atribulados que siempre nos hacen pensar en la navajada fría que significa la muerte.
Los periódicos dedican mas páginas a las fotografías de los espectadores relevantes , a los ecos, que al hecho fundacional del encuentro. Mas al ruido que a las nueces. Mas a los grillos que a los tenores. Y resultan gafes. Cuanto mas quiere el medio que el enfrentamiento se convierta en un eco de sociedad, mas pierde la escuadra convocante; no termina de estar a lo que hay que estar y se confunde.
A mi me ha pasado con el último libro. Secuestrado por la prensa en favor de los intereses de los políticos esta terminando su corta vida ahogado por la polémica, un mal francés del que resulta muy difícil recuperarse.
Pero se acabó. Lo digo en este territorio medio público medio privado que nos hemos buscado algunos para soñar que nos escuchan. Desde el blogg, desde el diario de un editor anuncio con solemnidad que no dejaré que ningún libro de este sello se convierta en un eco de sociedad, manejado por los nuevos reyes de la prensa: los fotógrafos.

17 septiembre 2007

el zaguero

Hace unos días en la fase final de la copa del mundo de rugby Sudafrica venció a Inglaterra por 36 a 0. Nada de particular porque no fue en el último segundo, ni estaban los príncipes, ni teníamos locutores estrella, ni nada de nada. 36-0 al campeón del mundo. Una de las derrotas mas humillantes de la historia en un deporte donde la humillación y el honor tienen que ver mas que los puntos, la jornada y la próxima jornada. Un deporte donde el honor tiene un sitio.
A lo que vamos. Durante el partido, la afición inglesa no dejo escapar un solo silbido contra los suyos, ni contra el árbitro, ni contra nadie. Sufrió en silencio, apretó los dientes y se liberó en una ovación que parecía sin límites cuando por lesión fue sustitutuido su zaguero Jason Robinson, roto de fibras y con el rostro ensagrentado tras una batalla campal en la que le tocó partirse literalmenete la cara para intentar taponar como último un boquete que desde el principio resultó ser un agujero negro. Su afición lo entendió y se volcó en una ovación de las que ponen la carne de gallina. En esa ovación estaba oculta la victoria. Dentro de un tiempo de ese orgullo, de esa seña de identidad, de esa especial manera de afrontar las dificultades, nacerá otra Inglaterra camepona del mundo. Al tiempo. Cuestión de estilo.
Nosotros ante las dificultades protestamos. Frente a la derrota señalamos un culpable externo y nos echamos a dormir la mona. Protestamos y no proponemos. Vivimos en una cultura de la queja que nos hace olvidar quienes somos y quienes debemos llegar a ser. En vez de repetir nuestros aciertos, de subrrayarlos, voceamos los fracasos de los otros. Pedimos que nos paguen por Gescartera, por el Forum Filatélico, por las hipotecas fallidas y que nos barran los topillos. Veíamos el baloncesto mientras Robinson se partía la cara por lo suyo.
El editor espera una novela sobre todo esto. Un relato de pioneros.

11 septiembre 2007

muertes

Me cuentan que van a reeditar " Los cementerios civiles en España " uno de los libros mas importantes de la época que preparó la transición en España. Creo que José Jiménez Lozano, su autor, quiere hace algún retoque para no ofender a la gente de este tiempo, que se ofende por nada según mi criterio. No sería mal momento para homenajear también a Taurus y a Javier Aguirre que fue una cabeza ejemplar y se quedó en consorte, como todos. Lozano me enseñó por entonces una tumba del cementerio civil de Madrid, cercana a la de Pablo Iglesias en la que un señor había mandado poner en su lápida:

" nada hay después de la muerte ".

Fuera de cualquier interpretación literal yo siempre he pensado que lo que quería decir el ciudadano era que hay que estar a lo que hay que estar, que es a la vida única regalía natural del hombre, por la que paga un precio: la muerte. El que no entienda el argumento debe sentarse tomarse su tiempo y dejar de hacer el hostia. Yo para navidades voy a publicar el poema de Jimenez Lozano en papel de Segundo Santos, el artesano de Cuenca, con la idea de recordar, mediante un gesto amable, esta facultad del hombre, esta alegría, esta obligación: esta bella catástrofe, ya se ha dicho.

Todo a propósito de un gañán que malmetido por la prensa anda buscando la muerte para entrar en la leyenda. Esta ofensa a la vida no tiene perdón. Una día al salir de un concierto de rok barato se va torcer un tobillo y luego ya veremos. Ni Umbral, ni Puerta, ni Villallonga le van a volver a dirigir la palabra, que ande con ojo.