lugares 2
Algunos lugares carecen de otro encanto que no sea el que les otorga su lealtad y su constancia. Están ahí, varados en el tiempo, sin horario, disponibles para que al llegar a ellos sintamos la enorma capacidad para sostener el presente que tiene la nostalgia.
Hay un lugar en Tarancón, un mesón atemporal, humilde y serio, que me ha visto pasar a tomar algo de niño, de tonto, de adulto y de ahora, que todavía no sé como se nombra mi nuevo estado. Me ha visto camino de las bodas , bautizos y entierros familiares. Me ha visto pasar camino de Mojácar, siempre acompañado de los míos. Nunca he entrado en el establecimiento del brazo de un extraño.
Tienen la elegancia de reconocerme sin necesidad de los abusivos modos del conocimiento. Nunca ha habido pregunta alguna, ni confianza hosteleras. El señor, por el que ha ido pasando el tiempo sin estridencias, me deja caer alguna frase amable y otro terrón más de azucar, por si acaso.
¿ Qué, de camino ? , me dice y se retira discreto.
A veces doy en pensar que sería de nosotros sin los lugares. No hablan , ni escuchan ni tienen sentimientos. Parecen que están ahí como si tal cosa, pero en el corazón sucede lo contrario. Los lugares nos hablan de nosotros mismos porqué nos han escuchado, nos han acogido desde que comenzamos a ir y venir por la gran mentira del tiempo.
Hay un lugar en Tarancón, un mesón atemporal, humilde y serio, que me ha visto pasar a tomar algo de niño, de tonto, de adulto y de ahora, que todavía no sé como se nombra mi nuevo estado. Me ha visto camino de las bodas , bautizos y entierros familiares. Me ha visto pasar camino de Mojácar, siempre acompañado de los míos. Nunca he entrado en el establecimiento del brazo de un extraño.
Tienen la elegancia de reconocerme sin necesidad de los abusivos modos del conocimiento. Nunca ha habido pregunta alguna, ni confianza hosteleras. El señor, por el que ha ido pasando el tiempo sin estridencias, me deja caer alguna frase amable y otro terrón más de azucar, por si acaso.
¿ Qué, de camino ? , me dice y se retira discreto.
A veces doy en pensar que sería de nosotros sin los lugares. No hablan , ni escuchan ni tienen sentimientos. Parecen que están ahí como si tal cosa, pero en el corazón sucede lo contrario. Los lugares nos hablan de nosotros mismos porqué nos han escuchado, nos han acogido desde que comenzamos a ir y venir por la gran mentira del tiempo.