Diario de un editor

27 septiembre 2010

Luciani

Tal día como hoy ( de madrugada, claro ), hace 32 años, el papa Juan Pablo I apereció muerto en sus habitaciones, tras 33 días de pontificado. Según la versión oficial su muerte se produjo como consecuencia de un infarto de miocardio agudo. Según el mayor investigador del suceso ( A. Yalopp, " En Nombre de Dios " ) fue asesinado por la trilogia de los afectados por un " limpieza general " de las finanzas vaticanas en toda la regla : la masoneria ( Logia P-2, la mafia americana e italiana, y la curia del propio vaticano).
Son tantas las evidencias de esta última hipotésis que los posteriores asesinatos de Roberto Calvi y Michelle Sindona no son mas que garbancitos para seguir una pista desde siempre iluminada. Resuena con una especial crueldad la explicación que se dejó correr en una de las multiples campañas de intoxicación cuyo origen se encuentra en tan coqueto barrio romano : un hombre débil, que venía de una diocésis pequeña, de mala salud, tonto e incapaz.
Luciani fue un hombre especialmente dotado y de una valentía especial.
Quizás si hubiera podido poner en práctica la limpieza del banco ambrosiano, la del Instituto de Obras Religiosas, la publicidad sobre la lista de masones de la propia curia vaticana, el blanqueo de dinero y la realidad de la Sociedad General Inmobiliaria, el gesto de la iglesia hubiese tenido su trancendencia y no hubieramos tenido que vivir en medio del emputecimiento del dinero.
Pero era demasiado. Los papeles que sostenía en el momento de su asesinato son suficientes para explicarlo todo.
No es de extrañar , como sostiene Yalopp, que Lucio Gelli, el propio "titiritero", tuviera como contraseña en sus oscurísimos mundos el de Luciani. Todo un homenaje.

20 septiembre 2010

Gijón

Vengo de Gijón de preparar una de las presentaciones del próximo libro de la casa, " Beber a los 50 ", serena reflexión sobre la calidad en medio de la barbarie. Como era de esperar calidez, disponibilidad y eficacia en el recibimiento, más que suficienete para emboscarse en el territorio del agradecimiento.
Gijón es un ejemplo urbanístico del tesón necesario para llevar a cabo un cambio. La ciudad hizo frente a la muerte de sus astilleros, dió un paso adelante y se reconvirtió en ciudad turistica y de servicios como ejemplo cercano de " el que la sigue la consigue ". Paseándola uno se da cuenta de la tensión en la que ha tenido que vivir y del valor de la convivencia. Del esfuerzo por recibir a tantos otros sin tener necesidad de subrrayar el desgarro inherente a todo época de cambio.
Luego, al llegar a la cuenca, la carretera cortada, la violencia, el enfrentamiento, las viejas revindicaciones de quién no ha sabido encontrar el camino de vuelta, huérfano de los garbanzos de Pulgarcito.
" Un exceso de protesta en la democracia evidencia que persiste un comportamiento anacrónico. Seguimos actuando como sino hubiera pasado el tiempo, cambiado el sistema y modificado el clima social. Nos resulta tremendamente difícil saltar de la protesta a la propuesta. La protesta implica subordinación porqué reclama a otro la resolución del problema. La propuesta equivale a inmadurez , impotencia y pasividad; exactamente lo contrario a lo que significa la propuesta".
Aguiris, Marcos. Un país de novela". Ed. Planeta 2003
Pues eso.

13 septiembre 2010

Plinio

En los años de Madrid conocí a una sobrina de García Pavón que creo se llamaba Elvira. La guardo en mi memoria como alta, un poco desgarbada, encantadora de trato y muy buena gente. Tenía una amiga que se llamaba Sua, uno de esos regalos que a veces nos hace la vida y casi siempre desaprovechamos.
Por lo que recuerdo pocas veces hablamos de su tío, al que yo ya habia leído en serio, y me sentía profundamente cercano a su territorio manchego y a sus personajes de opereta. Ese gusto por los relatos de Plinio se me ha mantenido con los años y es raro que no vuelva sobre ellos cada poco a leer una páginas, a sentir un olor, a saborear un atardecer de la mano de Don lotario y Braulio. Siempre pienso que a mi padre le hubiera gustado mucho hablar de Pavón conmigo. No pudo ser, como no pudo ser ( siempre por torpeza ) que yo hubiera activado la oportunidad de conocerle de la mano de Elvira a quién ahora recuerdo.
Par ir cerrando los huecos de la biblioteca, al menos en lo que hace a autores que me han sido cercanos y gozosos, me fuí el otro día a comprar ordenadas las cosas de Plinio. Tuve la suerte de dar con un volumen de Destino, tapa dura, papel de siempre, caja elegante y tipos sin ofender la edad adulta, ni la existencia del magnífico invento de las gafas. Me lo llevé con una alegría propia de chico con zapatos nuevos y lo he colocado en su estanteria como hubiera hecho el JGMT con el retrato del chico jurando bandera.
Siempre me vuelve esta sensación de que hacer libros no es, desde luego, el peor oficio del mundo.

06 septiembre 2010

banderas

Dicen las chicas del tiempo que se acaba el verano. A mí, que me apasiona el paso de las estaciones, me parece bien que venga el tiempo del sol entrepinares, los níscalos y las tonalidades rojas de las hojas en los parques. A mí, mayormente, todo me parece bien sin sobresaltos. Con la edad se va acrecentando el perfil bajo que hemos andado escondiendo. Ya digo, las estaciones llegan a su tiempo y da gusto que venga el otoño y luego el invierno. Hasta abril hay una especie de orden generalizado.
Hay un dato, sin emmbargo, que tiene una conotación especial en este caso. Una foto que hay que pegar en el albúm íntimo de los recuerdos. Este ha sido el verano de las banderas.
Hastiados de localismos, nacionalismos, y demás horteradas, convencidos por la elegante sabiduría de Del Bosque, los vecinos han comprado todas las banderas que guardaban los chinos en sus colmados y las han puesto en los balcones ( todavía quedan ) en una celebración de esa unidad que suele acompañar al fútbol. ! Que le vamos a hacer, señora !.
Hay una vocación de unidad en las profundidades de cada uno. Una nostalgia que añora la unidad de las cosas. Una ternura cósmica que intuimos los veranos cuando nos quedamos solos fumándonos un puro, mirando las estrellas desde la terraza del apartamento. Hay un deseo poderoso que nos empuja hacia una tierra que creemos conocer sin haber visto.
Las banderas tricolores del verano- las de España- creo yo que también hablaban de eso.
Ahora, con el otoño, vuelve el coro de los grillos.