Diario de un editor

09 febrero 2009

árboles

Resulta que al final del viaje no había nadie esperando. Después de tanto aparecieron las cosas queridas, las que nos llevan directamente al corazón de los asuntos. Por seguir el listado de una gran señora portuguesa, las cosas menudas, un rostro humano, el canto de un pájaro, el silbido del tren en la lejanía. Los sobrenatural cotidiano, para entendernos. El mundo de lo prosaico que tan bien conocen los enfermos, las gentes que han vuelto a vivir que es una posibilidad tan rara como apasionante. Para mí los árboles representan mejor que nadie esos caminos secretos que nos conectan con la unidad, si somos capaces de estarnos quietos. Si digo encina y la veo, si digo pino, si digo higuera, estoy diciendo Extramura eterna, el Ampurdan, mi padre, besos adolescentes en la noche de Cuenca, ruidos del alma que yo solo oigo.
Si digo almendro en estos días me entra un temblor especialísimo porque están a punto, listos ya para el milagro anual que nunca falla. Para estrenar el tiempo, ya les digo que nada mejor que los almendros. Y vino de los montes de Toledo, claro.

02 febrero 2009

Buen tiempo

Rumbo al buen tiempo. En medio del temporal, en el corazón de la crisis, acuciado por el presupuesto del dentista, si se tiene costumbre, puede escuchras en estos días, los primeros sonidos del viento que nos llevara hasta las playas del buen tiempo. Pequeños mensajes, frágiles pizzini que hablan de la vida que espera cruzando al otro lado. Un libro, un concierto, un vino, un paseo con las primeras horas del día.
Es gala de los capitanes intrépidos, no perder un solo golpe del viento que nos favorece, largar toda la lona que se pueda y aunque solpe noroeste y no se vea la costa, deslizarse sobre la olas en medio de la noche y buscar el puerto del sol para quedarse allí, al pairo, mientras nos mecen los recuerdos.
Dentro de un par de semanas floreceran los almendros, luego algunos frutales. Pronto el olor a azahar se esparcirá sobre la tierra del sur. La nuestra.
Ahora mismo, como siempre, el mundo se divide entre los que creen en esto ( en definitiva un milagro ) y los que están enfadados con el mundo. Incluso los que sufren son mas proclives al rumor del viento. Los otros, ya sabe, todavía siguen apostando por la muerte.