sorpresa
He visto dos veces en tocar a la gente de las jóvenes orquestas venezolanas. La primera hace unos quince o veinte años en una de esas salas que los jesuítas tienen sembradas por la geografía emocional. Era un lugar recogido con un público entregado a la cosa de la solidaridad y eso. Aparecieron allí una docenas de quiquillos con sus violines y su viento y tocaron vestidos de indios, que es lo que eran en su mayoría, con una seguridad y alegría que provocaban instantaneamente la sorpresa.
¿ Como es posible que esta gente pueda tocar Mozart ? ¿ No era esta la música clásica, la música culta ? ¿ No era esta la música que nos pertenecía ?
La segunda vez fue este mismo año, allá por el invierno. Dirigidos por Gustavo Dumadel, la joven orquesta Simón Bolivar con su casi cien profesores, todos smenores de 21 años, con un sonido consolidaddo hasta el extremo de llegar en el ciclo de las grandes orquestas, del mundo atacó la consagración de la primavera con una fuerza y una emoción solo reservada para los grandes , grandes. Los que nada tienen que ver con los laboratorios. Vestidos de noche provocaban parecidas sorpresas que cuando entonces.
¿ Como es posible que esta gente toque tan bien ? ¡ Como es posible que toquen mejor que nosotros lo que creíamos nuestro ?
La concesión del premio principe de Asturias al fenómeno de las jóvenes orquestas venezolanas es una buena noticia para el hombre. Practicamente ignorada por los medios de comunicación que tenían serias obligaciones con Eurovisión y el festival latino, la distinción supone el reconocimiento de la vida. La prueba irrefutable de que el futuro es nuestro. Tan nuestro como lo fue el presente. La confirmación de que hay que dejar la batututa en manos de los ilusionistas, de los que ven rosas allí donde nosotros solo vemos petroleo.
! Que libro mas bonito el contara un año con la orquesta ! Sus alegrías, su manera de ver la vida .
La vida de unos seres que ha transcurrido entre el arroyo y Wagner. Ahí es nada. El nuevo periodismo anda, sin embargo, siguiendo la crisis del PP o la renovación de la cúpula militar de Eta. No saben mirar. Eso es todo.
¿ Como es posible que esta gente pueda tocar Mozart ? ¿ No era esta la música clásica, la música culta ? ¿ No era esta la música que nos pertenecía ?
La segunda vez fue este mismo año, allá por el invierno. Dirigidos por Gustavo Dumadel, la joven orquesta Simón Bolivar con su casi cien profesores, todos smenores de 21 años, con un sonido consolidaddo hasta el extremo de llegar en el ciclo de las grandes orquestas, del mundo atacó la consagración de la primavera con una fuerza y una emoción solo reservada para los grandes , grandes. Los que nada tienen que ver con los laboratorios. Vestidos de noche provocaban parecidas sorpresas que cuando entonces.
¿ Como es posible que esta gente toque tan bien ? ¡ Como es posible que toquen mejor que nosotros lo que creíamos nuestro ?
La concesión del premio principe de Asturias al fenómeno de las jóvenes orquestas venezolanas es una buena noticia para el hombre. Practicamente ignorada por los medios de comunicación que tenían serias obligaciones con Eurovisión y el festival latino, la distinción supone el reconocimiento de la vida. La prueba irrefutable de que el futuro es nuestro. Tan nuestro como lo fue el presente. La confirmación de que hay que dejar la batututa en manos de los ilusionistas, de los que ven rosas allí donde nosotros solo vemos petroleo.
! Que libro mas bonito el contara un año con la orquesta ! Sus alegrías, su manera de ver la vida .
La vida de unos seres que ha transcurrido entre el arroyo y Wagner. Ahí es nada. El nuevo periodismo anda, sin embargo, siguiendo la crisis del PP o la renovación de la cúpula militar de Eta. No saben mirar. Eso es todo.