Diario de un editor

25 junio 2007

perros

En las entrevistras posteriores a la victoria del Madrid de baloncesto en el Palau, el debutante entrenador de los blancos dió las gracias a sus tecnicos de base, su familia y a su perra. Por lo que veo en los periódicos de la mañana a nadie de la ha parecido mal la dedicatoria.
El día anterior, dando un paseo largo con una vieja amiga de las que se ven una vez por año, le pregunté por su casa, por sus hijos, por su marido y por su gracioso mastín con el que jugue toda una tarde en su bellísima finca cántabra.
"Murió, me dijo. Era ya muy mayor y tuvo una muerte estupenda, agregó. Se fue apagando por un probelma de sangre hasta que ya ni veía ni entendía. Le invitamos a morir en el salón de casa, con nosotros, rodeado del cariño que siempre nos había dado."
¿ Que tienen los perros para darles las gracias por la copa del rey o para dejarles morir en nuestra sala de estar, en nuestra presencia ? ¿ De que nos habla su silencio ? ¿ Que tipo de lealtad nos recuerdan ? ¿ Que hay entre ellos y nosotros ?.
Mientras pensaba en todo ello, me vino a la cabeza la frase del mediocre ese que tiene ocupado nuestro tiempo cuando dijo que el no se ponía la pulsera porque no era ningún perro.
Cierto, amigo. Nada mas cierto. No conozco perro alguno que haya hecho lo que usted ha perpetrado, y no conozco dueño alguno que le dejara morir a usted en su cuarto de estar donde se suele destilar la vida. No tenga usted la menor duda. Usted no es un perro. Nada mas lejos.

11 junio 2007

gestos

Los gestos protegen nuestra salud mental colectiva. Configuran el pericardio de nuestros delicados corazones, donde habitan la identidad y la verguenza; la confianza y el miedo. Una especie de cocina del infierno donde resuena el rum rum secreto de nuestros guisos.
El señor que da la gracias cuando paramos ante un paso de cebra, el gordo lustroso que va comiéndose la barra de pan a pequeños pellizcos entre la panaderia y su casa, la joven delicada que nos regala un guiño de ojos cuando mas lo necesitamos, ofertando camaraderia en medio de la batalla entre lo sexos, los solitarios fumadores de puros y la gente que gusta de desayunar bien fuera casa, son algunos ejemplos de gestos que suponen barreras naturales a la crispación y accionan los mecanismos secretos del gozo.
En la medida en que los gestos se pierden nuestra tendencia natural es la de entregarnos en manos de los derechos. Los derechos son la otra cara de la moneda. Los derechos están regulados, nos hacen iguales ante ley, nos uniforman y nos ponen revindicativos. Nos suelen llevar hacia la protesta, mientras los gestos nos hablan de propuestas que hacemos a los otros.
Ya lo he dicho en alguna ocasión, para mi los libros son gestos amables que invitan, de paso, al rico territorio del silencio.

05 junio 2007

mitos y ritos

Mayo se ha consolidado como el mes de las comuniones. Tanto que los meús de hosteleria ya han alcanzado el precio de las bodas y los padres han terminado por su cumbir a la posibilidad de quedarse cortos, que es una de las peores tentaciones para cuidar las plantas. Ea.
Hace unos años ( ya va para bastantes ) hablar de la familia era entrar en el territorio del descrédito, la regresión, lo cursi y sobre todo del pasado. Tras sortear de forma heróica el desierto del paro, las trágicas muertes de la droga, el inútil vendaval de la modernidad y el pensamiento débil, la familia hoy resulta un pilar cercano para hablar del futuro que se nos viene encima. Nada como dar tiempo al tiempo. En el la familia, como quizás en ningún otro sitio, puede verse, con localidad de privilegio, los dos mayores espectáculos del mundo; el nacimiento y la muerte ligados por el secreto quehacer del crecimiento y la decrepitud. Sentados en las mesas de las comuniones un asiste atónito al paso de la vida y a la gravedad del paso de los años.
Las comuniones, cada vez mas, son un rito de nuestra época tan necesitada de ceremonias. Ese es el rito, el mito es que se trata de algo esencialmente religioso dominado por gente de negro carente de la mínima urbanidad, reñidores de la tribu, fuertes con los débiles y débiles con los fuertes. Atrincherados tras sus micrófonos quieren quedarse con lo que no es suyo, ayudados por su cabos de varas, sin nadie que les conteste, sin nadie que les diga que están meando fuera del tiesto.
Están por venir las nuevas novelas que hablen de esto. Por el momento los escritores que se acuestan con el éxito siguen insistiendo con el santo grial. Pero no es esto, no es esto.