Ramón Gaya
Una exposición de Ramón Gaya en medio del invierno. En la pequeña ciudad estamos bajo cero desde hace días y camino de los cuadros hace un viento criminal que parece ir cerrando comercios a su paso.
Ya en la sala rosas palidas apenas esbozadas y un marrón albero van llenado los espacios, inundándolos con sabores murcianos y pinceladas cosmopolitas. Además Velazquez , el pájaro slitario. La muestra nos devuelve la esperanza del buen tiempo, el sol y la luz que están a la vuelta de la esquina.
Gaya fue un pintor que comenzó muy pronto y no paró de crear nunca. Hay más verdad en él que en la mayor parte de los oficialistas del abstracto. Hay en él ese crecimiento verdadero. La prueba del nueve: el silencio.
Su biografía, tan dura, no hizo más que prepararle para la dulzura del encuentro. Los lugares que vivió pasan a los lienzos sin mayor aparato que el cariño del recuerdo.
Hace unos años estuve un par de horas en su casa museo de Murcia , camino de Mojacar. Allí lucían todavía más estas cosas pequeñas , un poco japonesas pero sin estridencias. Fue un rato estupendo que me viene a la memoria con tanta fuerza como dolor interno. Allí estábamos todos. Hoy desvastación y amagos del olvido. Gaya nos trae noticias de un mundo luminoso y sereno, con vasos de agua rosas dentro. Un mundo de medsia tarde tras la siesta con el mar esperando.
En medio del invierno la exposición ha abierto una pequeña fisura por donde se colará la primavera. No me parece descarado llamar a eso arte: ver lo que está ahí pero todavía no ha llegado. La tarea no es tanto crear como limpiar para que aparezca y luzca el secreto.
¿ Quién va a pensar hoy , domingo, a cuatro bajo cero que ne la mañanas de abril, manzanilla fresquita y azahar del bueno, volvermos a quiatrnos los jerseys y dejarlos caer sobre los hombros ?.
Emn las obras completas de Gaya ( Pre- Textos ) hay un magnífico ensayo sobre Manolete y el de Velazquez que no tienen despercicio.
Muchas gracias por su atención y por su aliento.
Ya en la sala rosas palidas apenas esbozadas y un marrón albero van llenado los espacios, inundándolos con sabores murcianos y pinceladas cosmopolitas. Además Velazquez , el pájaro slitario. La muestra nos devuelve la esperanza del buen tiempo, el sol y la luz que están a la vuelta de la esquina.
Gaya fue un pintor que comenzó muy pronto y no paró de crear nunca. Hay más verdad en él que en la mayor parte de los oficialistas del abstracto. Hay en él ese crecimiento verdadero. La prueba del nueve: el silencio.
Su biografía, tan dura, no hizo más que prepararle para la dulzura del encuentro. Los lugares que vivió pasan a los lienzos sin mayor aparato que el cariño del recuerdo.
Hace unos años estuve un par de horas en su casa museo de Murcia , camino de Mojacar. Allí lucían todavía más estas cosas pequeñas , un poco japonesas pero sin estridencias. Fue un rato estupendo que me viene a la memoria con tanta fuerza como dolor interno. Allí estábamos todos. Hoy desvastación y amagos del olvido. Gaya nos trae noticias de un mundo luminoso y sereno, con vasos de agua rosas dentro. Un mundo de medsia tarde tras la siesta con el mar esperando.
En medio del invierno la exposición ha abierto una pequeña fisura por donde se colará la primavera. No me parece descarado llamar a eso arte: ver lo que está ahí pero todavía no ha llegado. La tarea no es tanto crear como limpiar para que aparezca y luzca el secreto.
¿ Quién va a pensar hoy , domingo, a cuatro bajo cero que ne la mañanas de abril, manzanilla fresquita y azahar del bueno, volvermos a quiatrnos los jerseys y dejarlos caer sobre los hombros ?.
Emn las obras completas de Gaya ( Pre- Textos ) hay un magnífico ensayo sobre Manolete y el de Velazquez que no tienen despercicio.
Muchas gracias por su atención y por su aliento.
1 Comments:
Hola Julio,
Tus nuevas palabras, como muchas pinturas de Ramón Gaya, poéticas y dulces, me hacen albergar la esperanza de que el diario de un editor siguirá vivo, de que habrá más lecturas.
Me gusta mucho Gaya, también me gusta que fuera a contracorriente de las modas. Y que escribiera esos poemas tan tristes al silencio, al sufrimiento, a la verdad.
Un abrazo.
Elvira.
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