banderas
Dicen las chicas del tiempo que se acaba el verano. A mí, que me apasiona el paso de las estaciones, me parece bien que venga el tiempo del sol entrepinares, los níscalos y las tonalidades rojas de las hojas en los parques. A mí, mayormente, todo me parece bien sin sobresaltos. Con la edad se va acrecentando el perfil bajo que hemos andado escondiendo. Ya digo, las estaciones llegan a su tiempo y da gusto que venga el otoño y luego el invierno. Hasta abril hay una especie de orden generalizado.
Hay un dato, sin emmbargo, que tiene una conotación especial en este caso. Una foto que hay que pegar en el albúm íntimo de los recuerdos. Este ha sido el verano de las banderas.
Hastiados de localismos, nacionalismos, y demás horteradas, convencidos por la elegante sabiduría de Del Bosque, los vecinos han comprado todas las banderas que guardaban los chinos en sus colmados y las han puesto en los balcones ( todavía quedan ) en una celebración de esa unidad que suele acompañar al fútbol. ! Que le vamos a hacer, señora !.
Hay una vocación de unidad en las profundidades de cada uno. Una nostalgia que añora la unidad de las cosas. Una ternura cósmica que intuimos los veranos cuando nos quedamos solos fumándonos un puro, mirando las estrellas desde la terraza del apartamento. Hay un deseo poderoso que nos empuja hacia una tierra que creemos conocer sin haber visto.
Las banderas tricolores del verano- las de España- creo yo que también hablaban de eso.
Ahora, con el otoño, vuelve el coro de los grillos.
Hay un dato, sin emmbargo, que tiene una conotación especial en este caso. Una foto que hay que pegar en el albúm íntimo de los recuerdos. Este ha sido el verano de las banderas.
Hastiados de localismos, nacionalismos, y demás horteradas, convencidos por la elegante sabiduría de Del Bosque, los vecinos han comprado todas las banderas que guardaban los chinos en sus colmados y las han puesto en los balcones ( todavía quedan ) en una celebración de esa unidad que suele acompañar al fútbol. ! Que le vamos a hacer, señora !.
Hay una vocación de unidad en las profundidades de cada uno. Una nostalgia que añora la unidad de las cosas. Una ternura cósmica que intuimos los veranos cuando nos quedamos solos fumándonos un puro, mirando las estrellas desde la terraza del apartamento. Hay un deseo poderoso que nos empuja hacia una tierra que creemos conocer sin haber visto.
Las banderas tricolores del verano- las de España- creo yo que también hablaban de eso.
Ahora, con el otoño, vuelve el coro de los grillos.
1 Comments:
Bueno, las banderas de este verano eran bicolores, de momento.
El mundo del fútbol es muy hortera y por ellos también lo son sus manifestaciones "patrióticas".
Me da un poco de pena este país en el que la gente solo se acuerda de la bandera en los Mundiales, con la necesidad que tenemos, ahora más que nunca, de un sentimiento colectivo, orgulloso de nuestra identidad y nuestro pasado, onstructivo y nuca excluyente.
El patriotismo es una cosa seria, coño. ¡Qué es eso de hacer un record Guiness ondeando rojigualdas al son del Waka-waka, del Himno Nacional y del "Viva España" de Manolo Escobar!
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