el caso Gurtel
Al menos tres de los médicos que han atendido en mi dolor ( familia, urólogo y oncóloga ) están implicados directamente en esta trama que retrata al país como una radiografía que apenas necesita otra interprteación que la de mantener la mirada.
Alejandro el titular de familia pasa consultas de 15 minutos entre las ocho y las dos. Atiende avisos urgentes, tiene citados también por la tarde los jueves, y el resto de los días imparte clases y seminarios para los más nuevos en la profesión. A todo va y viene en bicicleta.
Ramón el urólogo está especializado en el trasplante de riñones, operaciones de 5 y 6 horas que realizada para la sanidad pública cuando le toca, tras haber pasado consulta diaria y atendido las cirugias programadas. El resto del tiempo lo dedica a la lectura de una forma cuasi profesional, quizás por deformación de lo mismo.
Patricia, la oncóloga, pasa la consulta, programa y controla la radioterapia del servicio y opera dos veces a la semana, en intervenciones siempre más allá de las tres horas. Nadie ha podido decirme cuando come o hace cualquier otra cosa. Parec alimentarse de algo que emana de los aparatos que utiliza y que mira con una intensidad que yo no había conocido nunca.
Puedo asegurarles que ninguno de los tres cobra un sueldo total de más de 3500 euros. Es decir lo que solían gastarse ( o gastar ) cualquier mujer de los implicados cada dos o tres días, generalmente en billetes de 500 para dar salida al excedente.
No me resultaría extraño que alguno de mis protagonistas esperara a los de Gurtel a la salida del Juzgado y le pegara un bofetón sonoro en sus cara de cretinos, revindicando en el gesto el esfuerzo, la constancia, la valía, la implicación y el compromiso para ganarse el pan nuestro de cada día. Entonces también estarían implicados.
No imagino una fórmula más surrealista de cerrar el círculo.
Alejandro el titular de familia pasa consultas de 15 minutos entre las ocho y las dos. Atiende avisos urgentes, tiene citados también por la tarde los jueves, y el resto de los días imparte clases y seminarios para los más nuevos en la profesión. A todo va y viene en bicicleta.
Ramón el urólogo está especializado en el trasplante de riñones, operaciones de 5 y 6 horas que realizada para la sanidad pública cuando le toca, tras haber pasado consulta diaria y atendido las cirugias programadas. El resto del tiempo lo dedica a la lectura de una forma cuasi profesional, quizás por deformación de lo mismo.
Patricia, la oncóloga, pasa la consulta, programa y controla la radioterapia del servicio y opera dos veces a la semana, en intervenciones siempre más allá de las tres horas. Nadie ha podido decirme cuando come o hace cualquier otra cosa. Parec alimentarse de algo que emana de los aparatos que utiliza y que mira con una intensidad que yo no había conocido nunca.
Puedo asegurarles que ninguno de los tres cobra un sueldo total de más de 3500 euros. Es decir lo que solían gastarse ( o gastar ) cualquier mujer de los implicados cada dos o tres días, generalmente en billetes de 500 para dar salida al excedente.
No me resultaría extraño que alguno de mis protagonistas esperara a los de Gurtel a la salida del Juzgado y le pegara un bofetón sonoro en sus cara de cretinos, revindicando en el gesto el esfuerzo, la constancia, la valía, la implicación y el compromiso para ganarse el pan nuestro de cada día. Entonces también estarían implicados.
No imagino una fórmula más surrealista de cerrar el círculo.
1 Comments:
Esfuerzo, constancia, valía, compromiso... Parece que hablamos del pasado. Hoy, en los tiempos del pelotazo, son valores en crisis, casi como de un libro de caballería
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