cosas bien hechas
Siento una pasión de artesano por las cosas bien hechas. Me gusta ajustar cada caja a cada libro, los tipos, el papel. Lo que más me gusta de editar son las imprentas. Los más cercanos dirán: bueno eso ya lo sabemos. ¿ Porqué vuelve al blogg este tío ?
Ayer por la mañana, pronto, fuimos a Segovia a para dar tierra a la madre de Luciano, el pintor ,que era una mujer muy suya. Hace un par de años le dijo a su hijo: no se que hago yo aquí con las falta que debo hacer arriba. Genio y figura. Yo la quería mucho. Al parecer le tenía dicho a Luci que la cosa de su muerte se arreglara sin ruido y respetando. Como debe de ser. Fue el entierro más hermoso al que he asistido en mi vida. No más de cuarto de hora.
Serían las diez de la mañana y el día tenía a esa hora todavía una luz límpia con un orden interno que lograba iluminar con orden y concierto. Una sinfonía de fondo que parecía provenir del corazón del universo. Eramos pocos. No más de una docena de personas.
Nos metieron en un capilla muy bonita y fresca y sin voces nos colocamos rodean el ferétro. Apareció un cura de los de verdad más preocupado por la ceremonia que por el discurso. Alguién joven y nada moderno que hablaba con los ojos. Rezó un padre nuestro, bendijo los restos de Felipa, dejó caer algo sobre la esperanza y pasamos al campo santo. Allí mismo, a unos metros de la capilla estaba ya abierto el hoyo, donde depositaron el feretro, y mientras caía la tierra a paladas duras y precisas , rezó una padre nuestro y un ave María. Luciano y su hermano sufrían de esa manera tan primaria que tiene que ver con la muerte de tu madre. Hicieron un montoncito y allí pusieron la corona única de la familia. Luego el cura se quedó a solas con los dos hijos mientras los demás nos manteníamos en nuestros puestos. Su fué y allí nos arropamos, echando un pito con Luciano, su mujer, su hijo y los allegados.
Tomando un café en la terraza de la Concepción hablamos un poco de ella y nos vinimos para casa.
He vuelto al blogg para contarles esto. Mi pasión por las cosas bien hechas.
Ayer por la mañana, pronto, fuimos a Segovia a para dar tierra a la madre de Luciano, el pintor ,que era una mujer muy suya. Hace un par de años le dijo a su hijo: no se que hago yo aquí con las falta que debo hacer arriba. Genio y figura. Yo la quería mucho. Al parecer le tenía dicho a Luci que la cosa de su muerte se arreglara sin ruido y respetando. Como debe de ser. Fue el entierro más hermoso al que he asistido en mi vida. No más de cuarto de hora.
Serían las diez de la mañana y el día tenía a esa hora todavía una luz límpia con un orden interno que lograba iluminar con orden y concierto. Una sinfonía de fondo que parecía provenir del corazón del universo. Eramos pocos. No más de una docena de personas.
Nos metieron en un capilla muy bonita y fresca y sin voces nos colocamos rodean el ferétro. Apareció un cura de los de verdad más preocupado por la ceremonia que por el discurso. Alguién joven y nada moderno que hablaba con los ojos. Rezó un padre nuestro, bendijo los restos de Felipa, dejó caer algo sobre la esperanza y pasamos al campo santo. Allí mismo, a unos metros de la capilla estaba ya abierto el hoyo, donde depositaron el feretro, y mientras caía la tierra a paladas duras y precisas , rezó una padre nuestro y un ave María. Luciano y su hermano sufrían de esa manera tan primaria que tiene que ver con la muerte de tu madre. Hicieron un montoncito y allí pusieron la corona única de la familia. Luego el cura se quedó a solas con los dos hijos mientras los demás nos manteníamos en nuestros puestos. Su fué y allí nos arropamos, echando un pito con Luciano, su mujer, su hijo y los allegados.
Tomando un café en la terraza de la Concepción hablamos un poco de ella y nos vinimos para casa.
He vuelto al blogg para contarles esto. Mi pasión por las cosas bien hechas.
3 Comments:
Me alegro que estés de vuelta.
Por fin ha vuelto el editor.Bienvenido.
Siento lo de la madre de Luciano. Poética y sentida descripción.
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