paseos
A bote pronto los paseos o son por ciudad o son por el campo. O son terapéuticos, o de gozar. O son de hablar, o solitarios. De cualquier foma es difícil encontrar un buen acompañante. Hace falta años y cualidades para formar un buena pareja de paseo. A veces voy con un viejo amigo al que le gustan los márgenes como itinerario. Al final de la ciudad y donde empieza el campo. Es un experto. En los márgenes , sostiene, pasa de todo.
Estuvimos primero en un campo de fútbol viendo infantiles y luego me llevo por los últimas casas buscando el río. Cuando se acababan vimos llegar desde lejos a un joven descompuesto, vomitado directamente de la noche, desencajado, a punto de derrumbarse, que nos pregunto por un perro blanco. Parecía al borde del llanto mas profundo y estuvimos con él un poco pidiéndole detalles del perro para ver si con la conversación se recuperaba un poco. Nada . El insistía y nosotros no sabíamos como decirle que no , que no habíamos visto y que , a lo mejor, él tampoco.
Luego nos llegamos hasta un cerca y buscamos un descosido para colarnos y de allí fuimos andando hasta la pescquera del rio. Enfrente , en un hotel de muchas estrellas y mucha moda, vimo a un novia haciéndose la foto. También vimos los enormes árboles arrastrado por la corriente y varados , como molinos de viento, en el accidente del terreno. Eran como fantasmas de un cuento extraño e inquietante.
Cuando volvimos a la vereda , poco después, dimos con un almendro jovencísimo que parecía haber brotado minutos antes, flores minísculas, bellísimas, en medio de la mañana de febrero. Fue entonces cuando Luismi me contó la historia:
Hace algunos años había plantado en el jardín de casa una almendra que se había encontrado en el paseo. Había crecido y por segunda vez tenía flor. Había florecido. Las dos veces había florecido el día antes del cumpleaños de su padre fallecido en el año que él había plantado su fruto. Fue tan bonita la narración que estuvimos callados mientras duró el verdejo. Una suerte que no lleváramos dinero para tomar otro. Me fui a casa con la sensación de haber estdo en medio de un milagro.
Estuvimos primero en un campo de fútbol viendo infantiles y luego me llevo por los últimas casas buscando el río. Cuando se acababan vimos llegar desde lejos a un joven descompuesto, vomitado directamente de la noche, desencajado, a punto de derrumbarse, que nos pregunto por un perro blanco. Parecía al borde del llanto mas profundo y estuvimos con él un poco pidiéndole detalles del perro para ver si con la conversación se recuperaba un poco. Nada . El insistía y nosotros no sabíamos como decirle que no , que no habíamos visto y que , a lo mejor, él tampoco.
Luego nos llegamos hasta un cerca y buscamos un descosido para colarnos y de allí fuimos andando hasta la pescquera del rio. Enfrente , en un hotel de muchas estrellas y mucha moda, vimo a un novia haciéndose la foto. También vimos los enormes árboles arrastrado por la corriente y varados , como molinos de viento, en el accidente del terreno. Eran como fantasmas de un cuento extraño e inquietante.
Cuando volvimos a la vereda , poco después, dimos con un almendro jovencísimo que parecía haber brotado minutos antes, flores minísculas, bellísimas, en medio de la mañana de febrero. Fue entonces cuando Luismi me contó la historia:
Hace algunos años había plantado en el jardín de casa una almendra que se había encontrado en el paseo. Había crecido y por segunda vez tenía flor. Había florecido. Las dos veces había florecido el día antes del cumpleaños de su padre fallecido en el año que él había plantado su fruto. Fue tan bonita la narración que estuvimos callados mientras duró el verdejo. Una suerte que no lleváramos dinero para tomar otro. Me fui a casa con la sensación de haber estdo en medio de un milagro.
8 Comments:
No nos vimos por un pelo. Yo paseaba mi perro blanco (y negro) por la orilla también. Un saludo
Los sentimientos a veces se quedan varados, pero afortunadamente las lágrimas y la tinta fluyen. Es por eso, solo por eso, por lo que alivian y liberan el dolor.
Si un árbol con las raíces dañadas es capaz de dar frutos, ¿por qué no puede darlos el testimonio de alguien?
Los sentimientos a veces se quedan varados, pero afortunadamente las lágrimas y la tinta fluyen. Es por eso, solo por eso, por lo que alivian y liberan el dolor.
Si un árbol con las raíces dañadas es capaz de dar frutos, ¿por qué no puede darlos el testimonio de alguien?
Le mandaré una bonita foto con flores de almendro.
Servirá de alivio, pero un abrazo sincero es más reparador.
Yo paseo a menudo por la orilla del Pisuerga, entre Poniente y el Parque Ribera de Castilla. No sé si es un paso terapéutico, para disfrutar o qué, pero es muy relajante caminar en solitario.
Ya lo creo, joio.
Si le gustan las flores de almendro, están preciosos ahora los de la ribera del canal de Castilla, a unos cientos de metros de la Avenida Gijón.
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