Diario de un editor

30 marzo 2009

lobos

Al final de una de las novelas de moda (" La ternura de los lobos" ) hay un par de páginas realmente emocionantes. Como si la joven autora quisiera dejar constancia de que ella es algo más que una simple conocedora del éxito, ragala una perla única, un delicado recuerdo de lo que pudo ser su obra. Me hace pensar en un par de casos, desde luego. Bueno, a lo que vamos. Su personaje, a punto de morir, encuentra la lucidez y reconoce la vida con su amada que nunca existió:

" Ahora se abre ante Donald un tunel muy largo, y él tiene la sensación de estar mirando a través de un telescopio invertido que hace las imágnes mas pequeñas pero muy nítidas. Un túnel de años. Él mira con asombro: al final del túnel ve la vida que habría tenido con María: su boda, los hijos, las peleas, las pequeñas desavenencias. El contacto de su cuerpo. Se ve a si mismo anciano y a María llena de vitalidad. Discutiendo, escribiendo, leyendo entre líneas, diciendo la última palabra. No parece mala vida. María nunca conocerá la vida que habría podido tener, pero Donald la conoce. La conoce y está contento. Y Donald no pronuncia el nombre de María, ni dice nada más".

Durante años yo mismo jugué un juego parecido; me imaginaba a las personas que iba a conocer, su familia, sus amigos, los hogares donde vivían, el rostro que tendrían, con la seguridad de que todo iba a pasar en las próximas semanas cuando se inagurara el tiempo estival y yo me pusiera en viaje como viajan los jóvenes, con la convición de que las persosnas valen mas que los lugares.

Con los años he invertido el sentido del juego. Juego a imaginar como serán en realidad las personas que conozco. Que sentirán en el fondo donde nunca he estado. Que aspiraciones tendrán, que deseos íntimos alentarán sus vidas tan cercanas y tan lejanas. En que punto se producirá nuestro próximo encuentro y sin en él seremos capaces de acercarnos.

16 marzo 2009

ruidos

El ruido nos habla siempre de un desorden profundo en las personas o las cosas. Quién hace ruido sistemáticamente, en cada movimiento, en cada jugada de su ajedrez particular , seguramente esté pidiendo nuestro auxilio, aunque en caso de hacérselo ver seguramente se rebotaria y haría mas ruido. El ruido tiene la facultad, además, de silenciar las voces. Donde hay ruido no crece nada. El ruido instaura la barbarie.
En la ciudad impar en la que vivo han cerrado un hospital grande de puro viejo y antes de que lleguen los ruidos voy y vengo mucho por el sitio en busca de las docenas de voces que guarda, entre las cuales hay algunas nuestras. En el hospital murieron mi padre y me hermana y mi hermano Miguel, recientemente, libró y ganó una hermosa batalla contra un cáncer de esos que ahora se curan. En el hospital se acabó mi carrera futbolística con un par de largas escayolas de rodilla y en el hospital descubrí mi facilidad para la paciencia en las largas horas de urgencias con mi madre, uno de los hallazgos mas sugerentes de mi vida de adulto.
Me gustaría pasearme sin ruido por los pasillos ahora desiertos, quedarme quieto, buscar sus voces y descubrir sus ámbitos, antes de que lleguen los de la construcción y se pongan a la tarea de convertirlo en un centro de día, algo tan fuera de lugar en un espacio donde se vivía día y noche como si no pasara nada.
El viejo hospital. ¿ Y ahora donde me muero yo ? que dijo el otro.

09 marzo 2009

home

De la mano de uno de esos espíritus realmente mensajeros(el arquitecto Carles Martí) que aparecen en medio de las catástrofes he tenido acceso al corazón de un asunto que me venía rondando desde hace meses: el hogar como orígen del mundo.
" Originariamente, home significaba el centro del mundo, no en el sentido geográfico, sino en el ontológico. El hogar era el centro del mundo porque era el lugar en el que la línea vertical se cruzaba con la horizontal. La línea vertical era el camino que hacia arriba llevaba al cielo y hacia abajo, al reino de los muertos. La línea horinzontal representaba el tráfico del mundo, todos los caminos que van de un lado a otro de la tierra hacia otros lugares ".
Los que no tenemos hogar vivimos en un mundo perdido, desorientado, formado de fragmentos. Los que tenemos, un piso, una hipoteca o un alquiler, vamos y venimos a ningún sitio. Como los enfermos, estamos expatriados, nos levantamos para librar una batalla en busca del orden perdido. Como el enfermo, los que no tenemos home sabemos la importancia de lo cotidiano, la necesidad de la lentitud, la promesa de las estaciones, la grandeza de lo frágil. Parece mentira que hayamos perdido una vida intentando dar con lo que estaba tan cerca.
El otro día estuve viendo un partido de fútbol en casa de unos amigos. Gente humilde, del sur, hospitalarios, aficionados de postín. Queso, vino y unos langostinos que habíamos llevado para el descanso. Cuando fui al baño y vi los cepillos de dientes, los albornoces, las cremas y las colonias, en tan perfecto desorden supe que aquello era algo mas que un piso.
Y soñe que me invitaban siquiera como postizo.

02 marzo 2009

mas libros

A veces los que no saben que preguntarte te preguntan que cuantos libros lees a la semana, por ejemplo. Seguramente esperan una respuesta trogoldita, un número parecido a la mujer barbuda de los circos, algo que les haga poner cara de cómplices con los otros y de paso desterrarte a ti al reino de los monos. Cosas.
Yo, como todos los que leemos, imagino, tuve dos o tres años fuertes de lector donde me fui construyendo, y desde entonces vivo un poco de las rentas. Claro, uno lee mucho mas que los que preguntan, pero esa diferencia no es significativa. Es como polvo, nada.
Un catarro de época, una partido de tenis a vida o muerte, y mi cuerpo, en general, me han tenido en la cama buena parte del fin de semana, así que me he leído tres libros cantidad que para tres días habría hecho las delcicias de los preguntones. Un volumen de relatos, una nouvelle y una novela. Conclusiones:
¿ Que haría yo sin los libros, sin su presencia cercana, sin su capacidad de devolverme a los terriorios de la serenidad tan olvidada ?
¿ Que haría yo sin tenerlos cerca, a mano, como quién tiene al ser querido, allí en silencio, insigne compañera de tantos vientos y tantas encalmadas ?
Que bueno es Pablo D,ors. Que novelistas tan estupendos viven fuera de la algarabía del éxito,
celosos de la intimidad con sus lectores, implacables con el coro de grillos que no consiguen dar forma a lo que llaman su obra.
Los libros son como los perfumes, depende quién los lleve. Algunos leen porque viste. Otros para vestirse. Los demás andamos entre libros como quién anda por el viejo pasillo de la casa familiar jugando al fútbol con sus hermanos.