12 marzo 2007

el mar en invierno

El mar en invierno tiene sol. Las gentes de buena mañana son corteses y no buscan sitio en la playa. Pasean, juegan al fútbol, van en bici. Los bares tienen tiempo y dan vermús con seltz muy frequistos y los taberneros tienen ánimo para glosar las banderillas de pepinillo que son una buena referencia gastronómica de quién se precie. Desde el club marítimo donde nos invitan a comer se ven pasar al lado las grandes velas y las traineras entrenando. En los paseos de vuelta a casa anochece sin prisas, con todos los colores disponibles, mientras las grandes cometas surcan el viento vespertino siempre mas vivo. Luego llega la calma y uno puede decidir entre un guisqui de caballeros o un helado de nostalgia. El mar en invierno tiene también su existencia. Una existencia que te deja atónito, sobre todo por lo que viene a demostrar nuestra torpeza para imaginar posibilidades, variantes, dobleces, riqueza.
Lo malo es que eso mismo nos pasa con las personas.
Es bueno admitir esto cuando a uno le llega el ansia por alejarse de las personas y entregarse al mundo de las cosas.
De los libros, hoy, mejor no hablo.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Solo el sol desplaza la bruma en invierno. Luego, se sumerge en el mar haciendo que su luz se difumine para dar brillo a los peces. Cuando son pequeños tienen miedo de las olas, se asustan porque las ven muy grandes, pero luego crecen y saltan por encima de ellas sin ningún temor.

20:36  

Publicar un comentario

<< Home